27 de octubre de 2012

Camila Vallejo en pelota


Es un asco ver cómo Chile cae tan bajo, cómo se convierte en un verdadero chiste, pero no quiero ser de los tantos que le ordenan a la gente cómo deben actuar, hagan lo que quieran. Sólo quiero decir que lo de votar empezó hace casi 2500 años en la primera democracia, la de la antigua Grecia. La Grecia de entonces comprendía 1500 ciudades-Estado, entre el mar Mediterráneo y el mar Negro. Ellos no dudaban que eran un pueblo singular, hacían deportes, escribieron las primeras obras de teatro, crearon el arte de la filosofía, etc. La más antigua y noble de esas ciudades-Estados era Atenas. Los atenienses no querían perder el tiempo en democracias representativas en las que había que elegir a unas personas que digamos, no representaran. Creían en la democracia directa, una forma bastante cautivante de dar voz a todo el mundo y de garantizar darles el mismo trato a todos. Bueno, no el mismo trato exactamente, sólo podían votar varones mayores de 21 años, hijos de padre y madre ateniense. Aproximadamente, eran el 10% de la población, los demás  eran los metecos (extranjeros), mujeres,  y los esclavos (el grupo más numeroso).

Los ciudadanos sometían a votación directamente todas las leyes y todas las medidas en lugar de que unos políticos legislaran por ellos. Los griegos se decían: para qué queremos intermediarios? No necesitamos a políticos ‘profesionales’ para que decidan por nosotros. Este concepto era tan fundamental, que la palabra democracia, después de la conquista de los griegos por parte de los romanos,  se convirtió en la palabra que llevó a Sebastián Piñera a la presidencia de Chile miles de años después.

Todo esto no quiere decir que los griegos no tuvieran representantes públicos, los tenían, pero a estos se les elegía al azar, cualquiera que quería encargarse de los baños públicos podía echar su nombre en un sombrero. Creían que esta era la manera más justa, así ricos y pobres tenían las mismas posibilidades de ejercer un cargo. Cuando había que aprobar leyes, se presentaban miles de ciudadanos, cualquiera podía tomar la palabra, no tenían que ir a ver farándula griega en un televisor o conectarse a Facebook o Twitter. Les sobraba tiempo para discutir asuntos, cada bando tenía un orador destacado que presentaba sus argumentos, luego se les daba a todos la oportunidad de intervenir, luego se votaba y punto.

¿Para qué votar? 

Qué pasaría si nadie vota como dice Eloísa González? Qué pasaría si todos votan? Esos son los extremos, ninguno va a ocurrir. Nunca he votado, pero naturalmente si no votáramos sólo irían los mismos políticos a las urnas, siempre ganarían. No es la solución no votar, a menos que nos llenemos de infantilismos revolucionarios. Qué mensaje les estamos dando a todos los políticos y sus partidos que salen victoriosos en reelecciones? "Buen trabajo muchachos! Queremos más pobreza! Coarten más nuestras libertades! Muy bien, que mis impuestos se vayan a sus sueldos millonarios! Más endeudamiento! Más de la educación más cara del mundo!  Que viva el impuesto especifico a los combustibles!" Eso les estamos diciendo cuando ejercemos nuestra democracia evidenciada en marcar un papel cada 4 largos años. Nos intentamos convencer de que estamos ejerciendo una obligación patriótica al votar por los mismos de siempre. Aunque sea alguna vez, no les gustaría votar a favor de algún candidato y no en CONTRA de uno? Eso es sólo el primer paso de un proceso, pero qué hacer? Seguir y vigilar a los políticos durante todo su cargo? mandarles mails? Asegurarse de movilizarse si es que el político no hace su trabajo debidamente para destituirlo? No ‘prestar’ el voto por hacer una critica al sistema y después pedirle al presidente Golborne educación gratuita en las marchas? Es absurdo sólo ir a marcar una raya cada cierta cantidad de años. Es como darle a un adolescente una casa, mujeres, drogas y decirle “que te vaya bien! Nos vemos en 4 años más! No te molestaremos, haz lo que quieras”.

Debería haber un límite de dinero en los gastos de campañas, un sólo candidato a alcalde se puede gastar un millón de dólares en sus pancartas donde sale sólo su cara. Además de espacios gratuitos en televisión para las campañas de los candidatos. Fue patético ver el debate por la alcaldía de Santiago, “la madre de todas las batallas”, en la “televisión publica” (como le gusta decir a Juan José Lavín) un cuarto para las 1 de la mañana. Los medios ni siquiera se toman la molestia de mostrar las candidaturas que no son del duopolio, como precisamente es el caso de la alcaldía de Santiago, hay otros candidatos a alcalde! como… mmm… ni viendo noticias he podido aprenderme los nombres, pero hay un humanista, uno de Igualdad y un viejo deforme. Es patético cómo Carolina Tohá cree que ganará más votos por hacerse la atacada por el idiota de Pablo Zalaquett. Habla mal de la gente que tenga que salir una especie de Willy sabor vestido de “Candy” bailando el “Gangnam Style” como propaganda para participar en las municipales votando, votando en un recinto con militares con metralletas, y hace muy poco tiempo con mesas separadas por sexo. 

Me daría un poco de vergüenza contarle cómo es la vida en la Tierra a un extraterrestre.

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